Los ataques de pánicos cada vez se hacen más común, así lo indican las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), advirtiendo que la presencialidad de la patología mental está en aumento en las últimas dos décadas.
Su característica principal es que quienes lo padecen sienten la extraña sensación de creer que van a morir o les va a pasar algo malo. Durante la crisis estos episodios dejan rasgos de palpitaciones, sudoración, temblores, sensación de ahogo, opresión o malestar torácico, náuseas, mareos y en el peor de los casos desmayos y psicosis.
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El psicólogo y psicoanalista Daniel Fernández, explica en a revista Psychiatry que “generalmente, no es uno sino varios de estos síntomas los que surgen en la persona de manera brusca, manifestando su mayor intensidad durante los primeros diez minutos. Y, además, suelen venir acompañados con un desmedido temor a enloquecer o a morir”.
Los ejercicios de respiración ayudan a prevenir y contrarrestar la hiperventilación, ralentizar un corazón acelerado e interrumpir la respuesta de pánico natural del cuerpo al estrés extremo. Algunos ejemplos incluyen:
Cada afectado puede percibir de manera distintas los ataques de pánico. Algunas pueden tener síntomas físicos primero, seguidos de síntomas emocionales, mientras que otras tienen síntomas emocionales primero o experimentan varios síntomas al mismo tiempo. Además, pueden parecer interminables, no obstante, en la mayoría de los casos el tiempo máximo no pasa de 10 minutos.
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